Tribunal Electoral de Quintana Roo Reseña del libro de Alfonso Zárate Flores, Democracia y Conflicto, Colección de Cuadernos de Divulgación sobre Aspectos Doctrinarios de la Justicia Electoral, No. 2, México, Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, 2002, 63 pp. |
Doctor Rafael Velásquez Flores Profesor Investigador de la Universidad de Quintana Roo. |
El texto de Alfonso Zarate Flores no es un libro más que aborda uno de los temas más controversiales de la ciencia política: el asunto de la democracia. El autor se aproxima al concepto de democracia desde una perspectiva completamente novedosa. Es decir, Zarate Flores analiza la relación intrínseca entre democracia y conflicto. Su tesis principal es que en la democracia debe existir el conflicto por definición. En otras palabras “la democracia no es el reino del consenso, del orden y la armonía”. Para el autor, la democracia no puede abolir el conflicto, el disenso, la discrepancia o la diferencia. Zarate Flores llega a una rotunda conclusión: “el costo de la libertad democrática es el conflicto político.”
El autor de este libro tiene razón. Sólo las dictaduras y los regímenes autoritarios anulan el conflicto, la oposición y la crítica. Un sistema político democrático reconoce y garantiza la pluralidad de identidades y los intereses de los individuos o grupos. La existencia misma de la pluralidad ideológica y de los variados intereses de los individuos o grupos que componen las sociedades provoca necesariamente conflicto. La democracia es la arena en donde se dirimen el conflicto y las diferencias. En este sentido, el conflicto político no es producto de la irracionalidad e insensatez humana, es producto de los diversos intereses que existen en la arena política. En la democracia, el concepto de conflicto cambia. En el conflicto democrático no se busca eliminar al enemigo, se trata de enfrentar al adversario. Es aquí donde radica la noción más importante de la democracia. La política no busca acabar con el conflicto o eliminar para siempre los problemas. Busca enfrentar los problemas a través de mecanismos institucionalizados, resolver el conflicto de manera temporal, dirimir las diferencias y consensar los disensos. Cuando se acaben los conflictos, los problemas, las diferencias, y los disensos, entonces se acaba la política.
En este sentido, Zarate Flores nos ofrece una concepción novedosa de la democracia. Para él, “la democracia es el desacuerdo entre quienes han acordado la forma de organizar (los) desacuerdos”. Por ello nos dice que la democracia es una construcción colectiva inacabada que busca un gobierno siempre perfectible. Es decir, la democracia es un camino, nunca una meta.
En su texto, el autor nos ofrece un panorama histórico del desarrollo de la democracia y su cercana relación con el conflicto. Según él, la historia del pensamiento político nos revela que el conflicto ha sido interpretado como una antítesis de la democracia, que el conflicto es un defecto de la democracia y enemigo del orden político y de la convivencia humana. Pareciera que entre menos conflicto más democrática es una sociedad. Paradójicamente, los países que se jactan de ser democráticos y buscan eliminar el conflicto son los países menos democráticos. “Una democracia que asume haber superado la etapa del conflicto político, es una democracia en vías de extinción”, nos sentencia Zarate Flores.
La democracia debe garantizar el respeto y la tolerancia al derecho de disentir y a la pluralidad de ideas. Cualquier sistema político democrático debe dar cabida a las diferentes corrientes ideológicas y asegurar la representatividad de los diferentes grupos, aunque éstos sean minoría. Pero tampoco debe permitirse que grupos pequeños busquen beneficiarse de la política a costa de prácticas corruptas, como es el caso de algunos partidos políticos pequeños en México. Otro problema es que los partidos políticos de oposición busquen el conflicto para atacar al gobierno. Es justificado que cualquier partido político busque la obtención del poder, pero no es correcto usar mecanismos que contravienen las normas legales. Tampoco es correcto usar el conflicto para aprovecharse de la vulnerabilidad del gobierno en turno. Es necesario una cultura política sólida, pues la precariedad de las instituciones y una fuerte tradición autoritaria pueden socavar los gobiernos democráticos. Todos estamos en el mismo barco y por ello debemos buscar el orden civil, sin dejar de reconocer la existencia del conflicto.
México vive ahora una etapa diferente en términos democráticos. Los canales democráticos han traído algunos problemas para México. Hay avances sustanciales, pero también ha habido retrocesos. Hoy día hay una separación más real de los poderes y eso es sano para la democracia. Más actores de la sociedad civil se involucran en el proceso de toma de decisiones. Eso puede traer mayor legitimidad al gobierno en turno. Pero también las nuevas estructuras políticas han obstaculizado la labor de gobernabilidad. Ya no existe la mano dura de los presidentes prisitas y ello ha desatado la ambición de grupos de poder que antes se disciplinaban en torno a la figura del presidente.
Regresando al texto que nos ocupa, Zarate Flores hace un recorrido histórico desde el nacimiento de la democracia, ubicado en la Grecia antigua, hasta las últimas manifestaciones democráticas del siglo XIX. En este recorrido histórico, Zarate Flores busca comprobar lo siguiente: La democracia no se define de una vez y para siempre; por el contrario, es un concepto en constante construcción a cargo de una sociedad autorreflexiva. Por ello, la democracia no siempre ha visto con zozobra y miedo al conflicto político.
El recorrido histórico se inicia con Platón, uno de los pensadores griegos de mayor tradición en la ciencia política, pero también uno de los enemigos de la democracia pues el proponía que los gobiernos deberían estar formados exclusivamente por los élites más educada. Consideraba que el gobierno de las masas era nocivo para los países. Para el autor, Pericles aportó mayores elementos para la democracia. Él decía que los que no toman parte en los asuntos de los gobiernos son considerados no como despreocupados, sino como inútiles. Es decir, Pericles sienta las bases para la democracia participativa, la cual es básica para los sistemas democráticos. La participación de todos en las decisiones de gobierno no es un derecho, es una obligación. Por ello, los gobiernos deben garantizar los mecanismos de participación de la sociedad civil. No se trata de que todos participen en las decisiones, lo cual sería muy complicado. Se trata de que haya conciencia cívica y participación activa a través de distintas actividades políticas.
Zarate Flores ubica a la democracia moderna en el siglo XVIII, el siglo de las revoluciones, cuando la burguesía buscó desplazar a las monarquías. La Independencia de las Trece Colonias de Norte América y la Revolución Francesa fueron la piedra angular del renacimiento de los sistemas democráticos. Pero el pensamiento que sirvió de base para la democracia moderna se encuentra en los textos de Maquiavelo y Hobbes. El primero escribía que los hombres son movidos por sus intereses propios y ello los hace vivir en permanente conflicto con los otros hombres. En resumen, Maquiavelo, padre de la Ciencia Política moderna, afirmaba que el conflicto es parte del orden cívico, el cual es la esfera de la libertad pero también lo es de la obediencia de una máxima cívica: la primacía del interés de todos.
Para Hobbes, la condición natural del hombre abona el campo para el conflicto. El conflicto y el miedo llevan a los hombres a optar racionalmente por la paz y el orden. Es decir, el conflicto nos conduce a la construcción de un orden político. Antes que el orden, está el conflicto como condición previa a la formación del consenso fundacional que facilita el contrato social.
De estos dos autores, Zarate Flores pasa a la democracia liberal. El autor sostiene que el pensamiento democrático de los últimos años a partido del liberalismo, como corriente ideológica. Las ideas de Adam Smith, John Lock y otros muchos dieron las bases para el liberalismo, donde las libertades de los individuos eran el eje de todos los sistemas democráticos.Los rasgos más importantes de esta democracia liberal son:
1. Representatividad 2. Gobierno de mayoría 3. Facciones e intereses 4. El costo de la democracia: conflicto y disenso
Conclusiones
Zarate Flores llega a las siguientes conclusiones: Primero: A la República del orden no se llega por unanimidad ni cerrando las puertas a la pluralidad. La gobernabilidad de una nación no depende del número de conflictos sino de sus métodos para resolverlos. Segundo: El conflicto no es el principio del fin para un régimen político, no es el camino a la crisis. Ocultar el conflicto no lo resuelve. Tercero: La democracia es un invento demasiado joven para confiar o desconfiar de él. La democracia es superior desde el punto de vista ético frente a otros regímenes políticos porque garantiza las libertades civiles, reconoce la pluralidad, respeta el disenso y dirime las diferencias. En un orden democrático la oposición y las minorías tienen el derecho a tener derechos. En una dictadura, el disenso está condenado a la exclusión o extinción. Cuarto. La democracia es, pues, la apuesta por expresar el conflicto de manera abierta: de allí su fortalece y su debilidad. Lo único garantizado en la democracia es que habrá más conflicto y menos tranquilidad. La democracia es algo que no podemos tener, pero que no podemos dejar de desear. |
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